De las grandes extensiones del hayedo-abetal de la Selva de Irati a los bosques de robles milenarios en Orgui, el Pirineo nos brinda instantáneas majestuosas, como la profundidad de la foz de Arbayún sobrevolada por los buitres o el histórico conjunto de la Colegiata de Roncesvalles.
Las imágenes se dulcifican a medida que se acercan los valles de Baztan y Ultzama, donde pervive la cultura del caserío y se conservan las tradiciones y antiguos oficios.
Pamplona, la capital de Navarra y ciudad de los tres burgos es una ciudad del pasado, con tres mil años de historia, pero sobre todo de futuro, con apuestas como el Baluarte (Palacio de Congresos y Auditorio) en cultura, y el CIMA (Centro de Investigación Médica Aplicada) en investigación de ciencias de la salud. Una ciudad tranquila, la primera del Camino de Santiago, que una vez al año se tiñe de blanco y rojo para recibir a la FIESTA.
Contemplar esta región del corazón de Navarra es como abrir un libro de historia. A cada paso salen al encuentro fortalezas, palacios y castillos, monasterios y pueblos amurallados que muestran su importancia estratégica en la Edad Media.
Este es un paisaje amable, salpicado de viñas, olivos y campos de cereal que dan paso a las llanuras de la Ribera del Ebro en el sur de Navarra.
Esta es una tierra de sol y rica huerta, regada por el río Ebro, que da pie a una gastronomía excelente y que contrasta con el vecino espacio semidesértico de las Bardenas Reales.
La aridez de este paisaje nada tiene que ver con sus gentes, de carácter extrovertido y alegre, muestra de ello son sus diversas fiestas y tradiciones populares.